“El conocimiento está, lo que falta es decisión política”
Fuente: Alianza Ecuménica de Acción Mundial
Cerrar la brecha “cada vez más grande” en la implementación de estrategias múltiples de respuesta a la pandemia del VIH y SIDA es una prioridad para el presidente electo de la Sociedad Internacional del SIDA, Julio Montaner.
En ese marco, las comunidades de fe pueden jugar un rol importante, dice, si trabajan solidariamente con otros actores y no interfieren con las mejores prácticas de salud pública.
En una escala de uno a diez, para Montaner la respuesta global a la pandemia alcanza un puntaje “de entre tres y cuatro”. Pero eso es a nivel global. Por regiones, “Norteamérica debe estar más cerca de siete, Latinoamérica de cinco, Africa de dos”.
La respuesta global al VIH “está mejorando, pero hay un camino muy largo por recorrer”, dice. Si bien el número de casos se ha estabilizado por primera vez desde la aparición de la pandemia, lo ha hecho a un nivel muy alto, con 33 millones de personas viviendo con el virus en el mundo.
“Hoy por hoy no podemos decir que estamos orgullosos de la respuesta global al SIDA, estamos avergonzados por la falta de implementación.” Por cada persona que comienza a recibir tratamiento, hay entre dos y tres que contraen el virus. “Estamos en una carrera contra el tiempo”, apunta.
Después de 20 años de investigación, señala Montaner, hay conocimiento disponible sobre todos los aspectos de la pandemia, pero la implementación viene detrás “a paso de tortuga”. “Sabemos qué hay que hacer para responder efectivamente a la epidemia, lo que falta es liderazgo político.”
Lo que hay que hacer, sostiene, es poner en práctica estrategias de respuesta combinadas, que abarquen tanto técnicas de prevención óptimas como una cobertura de tratamiento óptima. Así será posible “hacer mella de manera significativa en la epidemia”, dice.
El cóctel de estrategias de prevención incluye descriminalizar conductas que facilitan la transmisión del virus - como el uso de drogas inyectables - para que las personas involucradas tengan libre acceso a los servicios, promover el uso del condón, proveer jeringas hipodérmicas y educar, entre otras.
En ese marco, Montaner propone buscar sinergías. “Todos tenemos algo significativo que contribuir a la lucha contra el SIDA”, dice, incluidas las comunidades de fe.
“Aunque algunas tienen muchas dificultades” con algunos temas, “podemos hacer que jueguen un papel importante en ciertos aspectos de la respuesta”, señala. Para ello deben trabajar de manera solidaria con otros actores, concentrándose en aquellas áreas de la respuesta que les resulten apropiadas.
“En la medida en que no interfieran con las mejores prácticas en salud pública podemos seguir adelante”, concluye.